30 de diciembre de 2011

Camarero!

Foto: acojonje.com
    No se a quien se lo contaba, pero lo que sí que se, es que, no puedes entrar al bar donde comes todos los lunes con tus compañeros de clase y que lo primero que te diga el camarero sea:

    -Hoy no tengo mucho, porque no nos ha dado tiempo de comprar, pero creo que me quedan unas longanizas de la semana pasada que están muy buenas…

    Esa frase solo era un disfraz de lo que comeríamos posteriormente, aun así,  ACEPTAMOS quedarnos, la sorpresa vino cuando esas longanizas podías masticarlas tantas veces como lo haces con un chicle, no podíamos dejar de reírnos masticándolas como si masticásemos boomer, incluso Jalber podía hacer pompas de longaniza. El camarero nos preguntó que tal estaban los bocadillos, a lo que todos contestamos muy amablemente, que estaban muy bien (aunque nuestras expresiones decían todo lo contrario). No tuvimos más remedio que esconder esas longanizas…
                                                                                                       ...por todo el bar. :S

    El otro día aceptamos quedarnos a comer, pero también aceptamos no volver.
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    Aprovecho para felicitar el año a todos los que leéis este blog. Y propongo un JUEGO para mi primera publicación del 2012.

    Empezaré el año con otra de mis anécdotas más divertidas, en ella habrá una palabra polisémica, que es el desencadenante de toda la acción, la primera persona que firme poniendo la palabra y  tres posibles significados diferentes de la misma, recibirá en su casa, un regalo especial totalmente gratuito.
 
    Ejemplo: Carta de correos
                  Carta de juego
                  Carta del restaurante
                  Marcos Arnau Fernández
(no olvides poner tu nombre, yo me encargo de localizarte)

La dificultad está en que nadie sabe el día que voy a publicar, ni la hora.
Noseaquienselocontaba recompensa a sus seguidores más fieles. Un abrazo a tod@s.

25 de diciembre de 2011

Ante el frio:

Foto: Marcos Arnau, 2011

    (Aclaro que, no tenemos la enfermedad del pixel, he pixelado la imagen porque nuestras caras no son importantes, lo importante es el momento.)

    El otro día, en un invierno de tantos, estábamos en clase y hacía frio, era un invierno de tantos y debido a la mezcla de monotonía, ganas de vacaciones, aburrimiento y sobre todo frio, decidimos manifestarnos de alguna forma para conseguir que instalasen calefacción en las aulas. Así que decidimos llevarnos mantas y batines. De algún modo teníamos que combatir la baja temperatura y siendo sincero también era una forma de entretenernos, de romper la rutina. Y eso hicimos, al día siguiente, todos llenamos nuestras mochilas con los libros, el estuche y la manta.

    Fue muy gracioso ver como estábamos en clase como si estuviéramos en casa, sentados en nuestros pupitres, con los batines, tapados como abuelas que ven “sálvame” o con la manta por encima de los hombros tipo chal.

    Los profesores mas frioleros lo aceptaron, vieron en nosotros, una buena propuesta, otros solo nos dejaban tenerlas sobre las rodillas, lo que también era gracioso, parecíamos un grupo del imserso cosiendo bufandas cual composturera.

    Un buen recuerdo que también conservamos en foto.

    No se a quien se lo contaba pero finalmente nuestra protesta llego mas lejos de lo que esperábamos y…al año siguiente todas las aulas tenían instalado su sistema de calefacción.

20 de diciembre de 2011

Otra de chicle

Foto: Marcos Arnau, 2011.
    El otro día, no se a quien se lo contaba, estaba yo en clase sentado en mi pupitre, mientras Rosi, nuestra profesora de inglés, nos hacía el dictado de la semana. Si algo caracterizaba esos dictados no era precisamente su pronunciación Británica, sino el rato que nos dejaba entre frase  y frase para que pensáramos, y eso mismo es lo que hice yo, pensar, pensar que podía hacer para que el tiempo se me pasara más rápido. Yo estaba mascando chicle (soy adicto) así que se me ocurrió moldearlo de tal forma que pareciese un trozo de goma partida. El resultado fue realmente bueno, no podía desaprovechar esa creación, de modo que lo siguiente que hice fue dejarlo en el suelo, cerca de la mesa de Regina, (mi compañera de la derecha), sin que se diera cuenta por supuesto.
    Al rato y aprovechando de nuevo otro de esos parones de la profesora Rosi, le dije a Regina en voz baja que por favor me pasara la goma que se me había caído cerca de su mesa, ella alargó enseguida su brazo y cogió con fuerza lo que en principio le pareció un trozo de goma, hasta que se le unieron los dos dedos aplastando ese chicle a la par que vocalizaba cada una de las palabrotas que se le ocurrían y miraba como yo no podía dejar de reírme. Nunca más ha vuelto a pasarme la goma...
                                                                                                               ...pero me da igual.

14 de diciembre de 2011

"YA NO BUG"

Foto: Domingo Arroyas, laimagendistraida.blogspot.com
    El otro día no se a quien se lo contaba, bueno si, era a gente que no conocía de nada, gente de la calle. Estaba lloviendo y se me ocurrió preguntarle a la gente que pasaba por bajo de mi ventana la siguiente frase sin ningún tipo de sentido: “YA NO BUG!!?” a la vez que sacaba la mano, con la palma hacia arriba. Estaba con Luisa Masia, vivo en un segundo piso, cada vez que gritabamos esa frase las personas nos contestaban cosas como:

-sí, sí que llueve…
-¡no te entiendo!
-aun está lloviendo…
-si que cae si

La gente sabe de idiomas y de lo que no son idiomas. Ya no bug, jajajajaja.

11 de diciembre de 2011

Vespino

Foto: driveronblog.blogspot.com
    El otro día, un martes creo que era, no se a quien se lo contaba, yo estaba en mi casa cuando me sonó el móvil, era "el Luisma", que llamaba para cerciorarse de varias cosas que habían cambiado en su moto y no estaba seguro de que fuesen así anteriormente.

-Luisma: Marcos ¿Dónde estás?

-Marcos: en casa ¿por?

-Luisma: una pregunta, ¿yo antes no tenía solo un pedal en mi vespino?

-Marcos: si

-Luisma: ¡pues ahora tengo los dos! Y otra cosa ¿a mi no me iba la aguja del cuenta kilómetros verdad?

-Marcos: no, ¿por..?

-Luisma: ¡pues ahora ya me va! ¿Y yo no era de esos que se giran siempre para mirar si viene alguno porque no tengo retrovisores?

-Marcos: si

-Luisma: pues ahora ya tengo, ¡y los dos!

-Marcos: ¡Luisma esa no es tu moto! Déjala donde la hayas cogido

-Luisma: que no, que he ido a hacer un recado, me he metido a un bar y cuando he salido habían dos motos como la mía y como me ha arrancado, me he llevado esta pensando que era la mía, pero me acabo de dar cuenta de que no, ahora luego después de comer me acercaré al bar a ver si esta el dueño jajaja

    El Luisma había robado una moto sin darse cuenta, todo un personaje, de ahí su mote.

5 de diciembre de 2011

Chicle

   
    No sé a quién se lo contaba, el otro día en clase de Religión (si, voy a un colegio Salesiano), Jose Maria, el profesor, había mandado unos ejercicios y todos, uno por uno, teníamos que ir a su mesa para que él echara un ojo a la libreta, comprobando que la teníamos al día. Violeta, que se sentaba a mi lado, fue de las primeras en ser nombrada para acudir a su mesa y poco después fui yo, iba por orden de lista. Cuando volví al sitio después de que Jose Maria diera el visto bueno a mis ejercicios, vi a Violeta que mascaba su chicle con la boca abierta, de forma muy exagerada, así que le dije muy serio:

    -Violeta, dice Jose Maria que tires el chicle a la basura.

    Violeta, que era un poco exagerada, me dijo con muchísima desgana que no lo iba a tirar, que lo iba a masticar más disimulada y ya está. Así que se me ocurrió decirle poco a poco a todos mis compañeros de alrededor que cuando fuesen a entregar la libreta y volvieran, le dijeran a Violeta que Jose Maria decía que por favor tirase el chicle. Y eso hicieron, cada vez que uno entregaba los deberes, se acercaba a Violeta y le decía exactamente la misma frase, con lo que Violeta se acercó a la papelera e hizo como si tirase el chicle, pero cuando volvió me dijo que no lo había tirado.

    La gente seguía acercándose a Violeta repitiéndole que Jose Maria decía que tirase el chicle, una y otra vez, hasta que finalmente se acercó uno de los compañeros que menos se esperaba que pudiera decirle eso, de modo que escondió el chicle bajo la lengua, se levantó con toda su dejadez y apoyando sus manos sobre la mesa, gritó desde la cuarta fila:

    -Jose Maria ¡que ya he tirado el chicle!, ¡que te lo prometo!, ¡que ya lo he tirado! ¿quieres que te enseñe la boca? Aaaaahhhh (mientras sacaba la lengua)

    Fue el mejor final que podía esperar de lo que había empezado como una pequeña broma. Jose Maria, que estaba corrigiendo otra de las libretas, levantó la mirada y puso cara de no entender nada de lo que estaba ocurriendo, mientras, yo no dejaba de reírme agachado desde mi sitio.

    Violeta, que tiene mucho sentido del humor, enseguida se dio cuenta de que era otra de mis bromas. Hoy todavía la recordamos como una de las mejores.